martes, 19 de julio de 2011

Nuestra existencia no es paralela

Nuestra existencia no es paralela.




Nuestra existencia no es paralela; tú puedes repeler mi poder o conjurar las aguas para que desequilibren mis pies y me hagan caer, sin escuchar mis lamentos. Tú puedes cortarme por la mitad o asfixiarme antes de que yo cuente hasta tres; antes de que me contonee e intente pegar el salto hacia la luz, poderoso flujo vital, que ha enflaquecido. No tengo nada que hacer. Ya no sé quién soy y todas las filmaciones de mi vida pasada se han esfumado de repente; todos los sentidos me conducen a una melancolía que se sitúa fuera de lo vivido y aprendido. La memoria es sitiada, le has quitado el interruptor  y se ha apagado de repente. Así de sencillo. Has hecho jaque mate, antes de que pudiese inventarme una estratagema para contrarrestar tu juego. No entiendo cómo has logrado traspasar el teclado, plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo por mí. Me has arrinconado y aunque no doy mi brazo a torcer, no encuentro el comando de la realidad, la fuerza  que podría regenerar mis venas, si supiese cómo seguir la historia. Entonces sería sencillo: si te llevase a mi territorio, nada podrías hacer pues tú no puedes comerte un bocadillo, dormir en una cama mullida o simplemente sentir el efecto vibrador de un corazón, capaz de darse cuerda. ¿Qué puedo hacer para romper las cadenas? ¿Cómo salir ahora de la mazmorra artificial en la que me has enclaustrado? Se enciende una lucecita traviesa, apenas un fotón que arde durante un minúsculo instante: ahora lo sé. Sé lo que anhelas de mí, espíritu malévolo, pero no te lo mostraré; no te enseñaré esa pira mortuoria, que propulsará mi cuerpo hacia la muerte, no te entregaré el secreto de la vida, aunque tengas hambre.



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